Al menos 29 presos lograron escapar en la madrugada de hoy de la Penitenciaría de Piraquara, municipio en el sureño estado de Paraná, tras explotar un muro del presidio, en la que fue la segunda fuga de una cárcel de Brasil en menos de 24 horas, informaron fuentes oficiales.
De acuerdo con las autoridades, un grupo de hombres fuertemente armado explotó un muro de la cárcel para que los presos pudieran huir, en hechos similares a los ocurridos en enero de 2017 cuando otro grupo de 28 detenidos escapó de esa penitenciaría.
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Los hechos causaron caos en una de las principales vías de la región metropolitana de la ciudad de Curitiba, capital de Paraná, por cinco camiones y dos coches que fueron incendiados, según informó la Policía de Carreteras.
Medios locales señalaron que los incendios de los vehículos fueron planeados por cómplices de los prófugos para bloquear las vías y lograr que los detenidos pudieran escapar.
Hasta el momento, las autoridades no han logrado capturar a ninguno de los presos fugados y las acciones de búsqueda son apoyadas por un helicóptero que sobrevuela el lugar en busca de los fugitivos.
La fuga que tuvo lugar en la madrugada de este martes se suma a la ocurrida ayer en un presidio de máxima seguridad del estado brasileño de Paraiba, al nordeste de Brasil, donde al menos un centenar de presos escapó con el apoyo de un grupo de por lo menos 20 hombres que llegaran armados y con explosivos al presidio.
Crisis carcelaria
El sistema penitenciario brasileño es considerado por algunas organizaciones internacionales como uno de los "peores" y "más inhumanos" del mundo debido a los altos índices de hacinamiento y las pésimas condiciones en la que se encuentran los internos.
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Según datos oficiales divulgados en diciembre pasado, la población carcelaria en Brasil alcanzó las 726.712 personas, lo que supuso un aumento de 104.000 desde 2014.
El saldo posiciona a Brasil como el país con la tercera mayor población carcelaria en números absolutos en el mundo, solo por detrás de Estados Unidos y China.
Brasil vivió una de sus peores crisis carcelarias a comienzos de 2017 después de que en varias prisiones de los estados de Amazonas, Roraima y Río Grande do Norte se registraran enfrentamientos entre reos de distintas facciones criminales, que dejaron cerca de 150 muertos.